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LOS CHINCHILICOS EN LA ECONOMÍA MINERA

Javier Ismodes Talavera

jismodes@sfx.edu.pe

 

Durante siglos los chinchilicos, los duendes mineros, que circulaban por las galerías de los socavones en los Andes; habían aceptado tácitamente la presencia de humanos; para ellos, la tarea era confundir a los mineros, hacer trucos para proteger el oro porque consideraban que era suyo. De unos años a la fecha, los chinchilicos están angustiados porque sus territorios están colonizados, atiborrados de enormes maquinarias,  modernas luces que iluminan los socavones. También se encontraron con que en los cerros hay miles de agujeros con cientos y cientos de hombres intentado sacar oro con picos y palas, con explosivos, con una luz tan tenue como la que ellos utilizan con carburo, cuando circulan para hacer sus guardias para proteger su oro. Y vieron la diferencia de condiciones entre los grandes y los que trabajan individualmente. De igual forma,  los chinchilicos se enteraron que muchos  humanos en la selva, están dragando las lagunas y aguajales,  talando los bosques para retirar el oro; nunca antes habían visto tal agresividad con la naturaleza.

Los chinchilicos ahora solo observan resignados, no tienen más que hacer que ver cómo se llevan su oro su oro, ese mineral que por siglos sus ancestros y ellos  han resguardado sigilosa y dedicadamente en los cerros de la costa, en la cordillera y sus  laderas, en los ríos y los bosques de la selva; porque lo consideran el fruto de la tierra. Siempre viajando debajo de la tierra para no ser vistos, dentro de un territorio llamado Perú. Algunos chinchilicos han logrado entender el comportamiento humano, y se han infiltrado en los campamentos mineros. Unos  son enormes, repletos de recursos y maquinarias; pero también los hay pequeños e  informales, donde llegan hombres y mujeres en búsqueda del gran  sueño,  extraer el  oro para sacar adelante a sus familias; donde el trabajo es incipiente, artesanal casi usando la técnica que ellos conocen; los mineros rudimentarios e informales retiran costales, carretas y camiones de tierra conteniendo el ansiado mineral. Esas incursiones en los campamentos rudimentarios, les ha permitido conocer que, de allí, salen camiones, carreras y camionetas, hacia plantas procesadoras en todo el territorio, en donde tratan el mineral, y luego les pagan por el mismo en función a la ley y el peso. 

Existen varios maestros chinchilicos, los más viejos y mejor formados saben leer, escribir y han profundizado los conocimientos de la geología y la economía porque sus abuelos y sus padres les enseñaron de lo aprendido de sus contactos humanos, unos cuantos con los que tienen excelentes y secretas relaciones.  

Los chinchilicos son muy hábiles; por años han transmitido conocimiento en viejos libros de anotaciones con diagramas y esquemas, cuentan con una red de comunicación a lo largo y ancho de los territorios mineros, circulan por viejos túneles, galerías y cerros; y se enteraron hace algún tiempo de la Ley de Concesiones Mineras que otorga los derechos mineros a quien paga por los mismos sin importar el tiempo, la exploración, la inversión y la explotación. También analizaron que los mineros pequeños, esos que trabajan individualmente con esfuerzo y en condiciones diametralmente opuestas a los grandes con tecnología y modernidad, llegan a los territorios inexplorados y empiezan a trabajar duro, hasta que arriba el titular de la concesión y les exige que le paguen por trabajar allí, quedándose con un gran porcentaje de las ganancias, sin haber hecho más que renovar la concesión.

Los chinchilicos que son sujetos libres o mejor dicho anarco liberales (no tienen un Estado sino un sistema de colaboración y respeto de derechos en función a intereses individuales), que viven sin la opresión de un Estado, se dieron cuenta que el sistema que los humanos utilizan para la minería es perverso, porque las concesiones mineras son escasas y han generado un mercado no dinámico donde se premia la ineficiencia, es decir no importa que no explores, inviertas y explotes, porque basta que seas un relajado titular de una concesión que simplemente la renueva, porque  ya llegará alguien que tenga los incentivos para explotar, correrá los riesgos, invertirá y ese titular recibirá dinero recostado. Ante esos incentivos de terceros por explotar las concesiones, los titulares de concesiones, no tienen incentivos para hacerlo, porque ganarán dinero igualmente de  los que sí quieren trabajar las concesiones.

Los maestros sabios de los chinchilicos, en una reunión de alta trascendencia como la que se llevó a cabo en la década de los cincuentas cuando se produjeron incidentes en Pasco y en Puno, porque el Estado Mercantilista de aquella época, solo quería favorecer a algunas compañías arrinconando a algunas comunidades; decidieron reunirse para tratar este tema. Primero porque son seres libres y creen firmemente en el libre intercambio y en segundo lugar porque son conscientes que el mantener un sistema de concesiones aletargadas, lo único que provoca es tráfico de contratos, usos de concesión inequitativos, falta de libertad, etc. Además analizaron que el sistema de formalización para los pequeños mineros es una burda falacia, porque pretende formalizar una actividad cuya informalidad está provocada por el propio Estado, al pretender que los pequeños mineros se registren en  un REINFO (Registro Integral de Formación Minero) que no resuelve el problema de fondo, porque una vez más el Estado asume que las dificultades del mercado se solucionan con formularios y no con incentivos para que el mercado funcione.

Se sorprendieron al analizar que el REINFO, otorga la formalidad cuando los titulares de concesión  suscriben contratos de explotación con los pequeños mineros, y es prácticamente imposible llegar a acuerdos negociados en función a intereses complementarios, porque el titular de las concesiones, solo quiere ganar a costa del minero artesanal, desencadenando un chantaje bajo una condición, o firmas como yo quiero – dicen los titulares de concesiones – o no te formalizas.

En esa reunión, los chinchilicos invitaron con demasiada cautela a algunos humanos que creen en la libertad y por lo tanto en el libre mercado, para debatir acerca de esa ley. Dos economistas asistieron a la cita, que se dió a varios metros debajo de la tierra, en una zona que se encuentra justamente convulsionada por ese toma y daca perverso entre los dueños de concesiones y los que quieren explotar, el cónclave se desarrolló en un viejo socavón en la provincia de Pataz, en el departamento de La Libertad.

Al cónclave llegaron con mucho esfuerzo los más connotados y sabios chinchilicos, que se vistieron con sus mejores trajes; ponchos de vicuña, chullos o cascos, farolas de carburo; trajes coloridos  repletos de accesorios de oro, cascabeles en sus gorros, sortijas, hebillas, y pulseras . Llegaban por los túneles que conectaban la cordillera, los chinchilicos del Sur asentados en  Secocha, San Cristóbal, Nazca,  Caravelí y otros; los mukis que venían de las tierras altiplánicas y parte de la ceja de selva, los anchanchos del Centro, Cerro de Pasco, Huánuco, etc. y finalmente los “Jusshis”  del norte y parte de la selva. Todos  se parecían, cincuenta centímetros en promedio, rostros arrugados, orejas puntiagudas, tez blanca o colorada, corto cuello, piernas arqueadas y pies grandes,  eran muy ágiles mentalmente y tenían la información sobre la situación minera, muy actualizada.

El maestro Menuko (liderando la delegación Muki),  presidió el cónclave, e hizo una presentación sobre  su labor en el cuidado del oro en los Andes, manifestó que la situación era compleja, si los humanos iban a extraer más oro del que retiraron las culturas precolombinas, los incas y los españoles; debían considerar la libertad de las personas para acceder al mineral, y que la organización inerte, incompetente y nada transparente a la que llaman Estado, no debería favorecer a algunos a expensas de gente que quería trabajar en los yacimientos,  las betas y las galerías que atraviesan la cordillera en varios sentidos. También refirió a que los anchanchos, estaban luchando contra la deforestación de las montañas en la selva y la contaminación de lagos y lagunas, así como de ríos, porque no solamente ellos se veían afectados sino toda la fauna que allí habitaba.

Luego de horas de deliberaciones y discusiones aprobaron, que los visitantes que venían de  la superficie y que tenían influencia en la actividad económica del Perú, puedan convertirse en una suerte de voceros, que hagan suya la preocupación, además que promuevan que sus propuestas sean tomadas en cuenta por unos seres de dudosa reputación llamados congresistas y a los que ellos denominan “saqras” (demonios).

 

Definieron lo siguiente:

1). El mercado de concesiones, es uno  de bienes escasos, por lo tanto resulta fundamental dinamizarlo a través de la rápidas transacciones sobre las mismas. El mantener un sistema de vigencia de concesión indeterminado (con el pago de un derecho de renovación y ningún compromiso de desarrollo de la concesión) lo que hace es generar un círculo perverso donde el titular de concesión no tiene ningún incentivo de generar inversión y productividad, solo vivir de los que sí quieren hacerlo. 

2) Generar un sistema que permita que el que no invierte o explota pierda  el derecho de concesión y pueda existir un derecho de prelación de solicitantes. La vigencia de los derechos debe ser muy corta hasta la explotación. 

3) Las concesiones mineras deben ingresar permanentemente a una rueda de subastas para que estas sean adquiridas rápidamente en función a la información y registro y se reconozca un derecho de prioridad o prelación para los que se encuentran explotando sin ser titulares de concesiones.

4) Reducir los costos de transacción para la formalización y comercialización de oro, para evitar el mercado negro y contribuir  de manera efectiva al mercado dinámico del oro y metales valiosos, evitando el contrabando y la mafia.

Los especialistas invitados se sorprendieron del razonamiento lúcido y eficiente de los chinchilicos, y les pidieron autorización para tomar nota de estas conclusiones y llevarlas a la superficie. Por supuesto que los chinchilicos asintieron.

Luego de culminar los debates, los chinchilicos hicieron un pago a la tierra con algunos animales de la zona, “pijcharon” coca, bebieron cañazo y fumaron sus amargos cigarros;  para preparar el retorno, con la pena que el oro iba a ser retirado en grandes cantidades pero con la ilusión que los humanos trabajarán en favor de la libertad para acceder a su milenario mineral en condiciones de igualdad ante la ley.